En la mecánica llevada de manera colectiva, por una parte, está el cliente, siendo esta la persona que ejercerá la constelación. Por otro lado, están los llamados representantes, que son las personas restantes del grupo. Una vez que tengamos las partes organizadas, el cliente, totalmente concentrado, expondrá de forma concisa el tema esencial que actualmente quiere resolver de su vida y sobre el que desea trabajar.
Supongamos que nuestro cliente quiere trabajar un determinado problema, por consiguiente, este elegirá a dos componentes del grupo. El primero representa su esencia, y el segundo, la dificultad. Los elegidos se dejan llevar por un movimiento del cuerpo de manera lenta, teniendo en cuenta una disposición abierta, y con una actitud sin intención, en un estado de relajación, lo que se llama en constelaciones desde su centro vacío.
Este movimiento sale del propio cuerpo, haciendo que estemos muy calmados, y no da lugar a pensamientos y pretensiones. Nuestra atención se centra en las señales del cuerpo. En el caso de que sintamos una emoción, no podemos dejarnos persuadir por ella. Hace que el movimiento se profundice, que se encuentre con el alma de la persona y que no nos estanquemos en lo superficial. En el hipotético caso de que nos dejemos llevar por una emoción, nos adentraríamos en el psicodrama y desde ahí no existe solución alguna llegando a ser desfavorable y a veces consolidando aún más el trauma.
Aquellos a los que llamamos representantes nos enseñan por medio de la mirada y los movimientos cierta información acerca de cómo se encuentra la persona en dicho momento respecto a ese problema, ofreciéndonos también información sobre lo que necesita curar y por qué se presenta en su vida.
El conjunto de todo esto es una exhibición auténtica de aquello que le está sucediendo al cliente a nivel inconsciente en el momento presente, pero cuyo origen se encuentra en el pasado, en sus ascendentes. Por eso, la constelación hace que se libere todo aquello que es necesario que se vea y se cure.
El resolver el problema tiene un gran beneficio para la persona que está constelando y para todos aquellos ascendentes implicados en dicha circunstancia, indistintamente de si se encuentran vivos o si están muertos. También, permite la liberación a sus descendientes de continuar retenidos en los problemas que están sin resolver.
Por todo ello, podemos decir que las constelaciones familiares son un mecanismo que nos da la posibilidad de curar, siendo completamente conscientes de lo que se oculta en nuestro inconsciente, teniendo en cuenta la consideración a lo que ha ocurrido y dirigiéndose solamente hasta donde está consentido.
Por medio de la mirada de los representantes y de sus gestos corporales, podemos ir descubriendo la manera de asistir y resolver el problema a través de unas determinadas frases que introduce el facilitador denominado constelador.
Aquellos representantes de una constelación serán compensados si se prestan sin tener ninguna pretensión, ya que por resonancia se impulsará también algo en sus vidas personales. Con que simplemente se observe la constelación ya de forma inconsciente, se produce una propagación, haciendo que se inicie un nuevo camino de libertad sutil y profunda.
