¿Es el mundo una ilusión creada por nuestro cerebro? Entrevista a Francisco J. Rubia

¿Es el mundo una ilusión creada por nuestro cerebro? Entrevista a Francisco J. Rubia

Quizás te estés preguntando:

¿Qué le paso a Alejandra, que me envía un artículo con un vídeo de un doctor catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, llamado Francisco J. Rubia?

¿Me equivoqué de página?  ¿Esto no iba de constelaciones?

Pues quiero compartir contigo algo diferente que te invite a reflexionar, en este frío día de Otoño (para los que están de este lado del hemisferio).

Buscando responder a todas aquellas personas que a lo largo de todos estos años y talleres, se siguen preguntando ¿realmente nos domina nuestro inconsciente?

La respuesta aunque nos duela es Sí.

Ya lo decía Freud, padre del psicoanálisis y una de las figuras más relevantes del siglo XX, que la mayoría de decisiones que tomamos lo hacemos de forma inconsciente, con su metáfora del iceberg, en donde plantea que casi el 98% de las acciones que hacemos en el día a día las hacemos desde nuestro inconsciente y tan solo un 2% son conscientes.

Hoy los neurocientificos están demostrando con mediciones e instrumentos que efectivamente es así, y por eso traigo una entrevista de un investigador que ha plasmado sus hallazgos en más de doscientas publicaciones a lo largo de sus 40 años de trabajo como especialista del cerebro.

Además nos habla de otro aspecto que ya observábamos en las nuevas constelaciones familiares, y que tiene que ver con que NUESTRO DESTINO NO ES INDIVIDUAL sino que es colectivo, es decir no existe el libre albedrío.

Todas las decisiones que tomamos están determinas por nuestro sistema familiar, y van en la dirección que sea mejor para todos los miembros, independientemente de nuestra voluntad.

Esto es algo que genera mucha discusión, debate y me atrevo a decir desilusión o dolor, porque entonces significa que no soy libre… tal como lo explica Rubia.

Pero debemos darle la vuelta a la tortilla y observar aquello en lo que Sí tenemos poder de elección y es en NUESTRA ACTITUD,  ante aquello que nos toca vivir.

¿Eliges vivir desde la aceptación a eso que te toca o te enfrentas a ello, luchando, contra viento y marea, resistiendo, sufriendo? ¿Cuántas veces escuchas la palabra “está luchando” o “luchemos contra…”? ¿y que tal la frase “sin esfuerzo, sudor y lagrimas, no se consigue nada en la vida”?.  ¿Te suena? Yo aún escucho la voz de mi padre, diciéndomelo de pequeña, “la vida es sacrificio, sin esfuerzo no hay nada”… y el dicho popular “A quien lo quiera celeste, que le cueste”.

Si eres una de esas personas que se está tirando de los pelos en estos momentos, tengo algo para decirte y es que EXISTE UNA SALIDA, aunque no es esa que estás buscando desesperadamente: no es rápido, ni fácil, ni barato.

Tiene que ver con un PROCESO de aceptación, que muchas veces es lento y doloroso, pero que una vez finalizado sientes mucha fuerza, como si una persona nueva hubiera salido de dentro de ti.

Cuando finalmente aceptas ese destino difícil que te toca vivir, dejando de lado el juicio, el victimismo y colocándote en el adulto, viviendo en el momento PRESENTE, agradeciéndolo AUNQUE NO LO COMPRENDAS, tu vida se transforma.

Como nos dice Rubia, nuestro cerebro crea una realidad, que no es real, aunque no entendamos cual es la función de esa creación mental, podemos elegir renunciar a querer entenderlo todo, ya que hay muchos aspectos de la vida que desde nuestra mente humana es imposible comprender.

Mi propuesta es observar la naturaleza, “el río no lucha por llegar al mar”, simplemente fluye y se va abriendo camino.

Entonces, si somos seres pertenecientes a este universo, ¿Porqué actuamos de forma diferente al resto de los animales y seres que habitan en él?, FLUYAMOS CON LA VIDA y dejémonos sorprender por los tesoros envueltos en oportunidades que ésta nos brinda.

Otro punto importante que viene de la mano de Rubia, es el papel fundamental que desempeña nuestra memoria en nuestro día a día, pues es ella quien nos dirige cada vez que acontece un hecho en nuestra vida, repitiendo esa solución que hemos encontrado en el pasado, copiando a nuestros padres, o aplicando ese aprendizaje que obtuvimos cuando éramos pequeños, es el sistema que tiene nuestro cerebro para ahorrar energía, parece lógico, ¿no?

¿Te imaginas si cada vez que realizas una acción, tuvieras que volver aprenderla, la cantidad de energía que gastarías?, no tendrías ganas ni de comenzar el día.

La memoria es mucho más importante que el libre albedrío, en el sentido que estamos continuamente repitiendo los hechos de nuestra memoria. Seguramente te observes actuando, pensando o sintiendo de la misma forma que lo hacían tus padres, o aquellas personas relevantes de tu infancia. Pero no solo eso, sino que desde la epigenética se observa que también heredamos factores ambientales, además de los biológicos, y es así como el perro entierra el hueso aun teniendo comida todos los días, tiene que ver con esa memoria que viene de nuestros ancestros y que nos permite sobrevivir.

Esa memoria además crea la moralidad, lo que creemos que es bueno o malo, no es algo que forme parte del ser humano o de la naturaleza, es algo que se creó hace relativamente poco, si consideramos los años que tiene el hombre en el universo, por eso en las nuevas constelaciones familiares, observamos que esta herramienta es AMORAL, es decir no hay buenos o malos, sino que simplemente las cosas son y que dependen del observador, de sus normas, sus valores, sus costumbres, el catalogarlo como bueno o malo.

Esto también es algo que a nuestro cerebro le cuesta entender porque queremos tener la razón, y creemos que lo nuestro es bueno y lo del vecino es malo, o lo vemos como una amenaza porque es desconocido.

Efectivamente en nuestra vida primitiva fue necesario este tipo de pensamiento para poder sobrevivir, en donde juzgo lo nuevo, lo diferente, pero eso ahora no es necesario.

Por eso es importante para poder trabajar y comprender esta filosofía de vida dejar de lado el juicio, y abrirme a lo nuevo, como ya vimos en el post anterior. Nuestro cerebro necesita sentir que tiene coherencia interna y para ello va a crear una justificación que le lleve a actuar de esa forma en que se sienta en paz consigo mismo, aunque sus actos no sean “buenos” de cara a otras personas.

Por ejemplo yo puedo decirle a mi hijo que no coma golosinas porque es malo para sus dientes, pero mi hijo que tiene cuatro años puede no estar de acuerdo con mi decisión, desde mi posición sentiré la creencia de que como madre “busco lo mejor para mi hijo” y me quedaré  tranquila o con la consciencia de que estoy haciendo lo correcto, pero para mi hijo seguiré siendo “una mala madre” porque no le dejo comer chuches.

En este ejemplo banal, quiero transmitir esa doble visión de la dualidad, en donde dependiendo desde donde se analice el conjunto de normas, valores y creencias, de la situación tendré una opinión o la contraria. Mi mente crea una justificación que la lleve a una sensación de paz y tranquilidad, lo que se llama una “buena conciencia”. Por eso es muy difícil por no decir imposible que una persona sea consciente del daño que hace, pues se va a justificar con una creencia, es decir esa frase “lo hago lo mejor posible”, o “es lo mejor para todos” o “no tuve elección”, y realmente esa persona lo vive así.

La solución a este tipo de conflicto pasa primero por reconocer el daño y segundo por querer reparar el daño que se ha hecho.

Es importante enfatizar que casi nunca ese daño se repara con la misma persona a la que se le ha dañado, pues ese dolor requiere de un proceso para sanarlo y muchas veces la persona perjudicada se aleja, por eso la reparación será a través de otra persona, de una nueva oportunidad para no repetir ese patrón.

El GRAN DESAFÍO que tenemos como especie es comenzar a salir de esta dualidad, sin rechazarla, tomando consciencia de que también forma parte de nosotros.

Comenzando a ver cómo tener una visión de unidad, con la actitud de incluir a TODOS, es decir respetar los diferentes puntos de vista, ya que todos son IGUAL de buenos.

Todos formamos una visión global de la realidad, aunque luego particularmente no lo comparta, igualmente respeto al otro en su forma de pensar, actuar y sentir, es decir lo incluyo.

Comprender que nuestra realidad está contaminada por nuestra memoria ancestral y que eso no significa que sea mejor o peor a la del otro, sino que puedo ver al otro de igual a igual.

¿Te unes al desafío?

Fuente: https://bit.ly/33JZI5x

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