3 Consejos para dejar de lado la crítica.

3 Consejos para dejar de lado la crítica.

En el artículo anterior de Facebook (https://bit.ly/2MGwVe1) hablamos de los estados del yo desarrollados por el fundador del análisis transaccional Eric Berne, que planteó que, a lo largo del día, fluctuamos por tres estados: Estado Padre, Estado Adulto y Estado Niño.

Hoy vamos a profundizar en el Estado Padre (EP) desde el que surge, entre otras, la queja y la crítica.

Estamos en el EP cuando pensamos, sentimos o actuamos en la forma que lo hacían nuestros progenitores o aquellas personas influyentes de nuestra infancia. Está relacionado con la moral, los valores, las normas y creencias que existen en nuestra familia, las cuales desde que nacemos acatamos como ciertas, ya que para nuestro cerebro primitivo sería poner en riesgo nuestra vida, pues el hecho de cuestionar estos valores, podría representar la exclusión de la familia, ese lugar tan necesario para sobrevivir como especie (En el episodio 1 del Podcast hablo de cómo funciona nuestro cerebro https://bit.ly/2NnuDjD ).

Eric Berne plantea que dentro del Estado Padre, están grabadas en nuestro inconsciente todas aquellas vivencias relacionadas con recomendaciones, consejos, hábitos, normas, juicios, valores, etc., desde nuestra gestación hasta los ocho años aproximadamente.

En lo que se llama un “Análisis funcional” que nos muestra “cómo funcionan”, Berne clasifica a su vez el EP en Padre Crítico, también llamado Padre Controlador, y Padre Protector, también Nutritivo o Nutricio, dependiendo de los autores y traducciones.

El Padre Crítico es aquel que señala “lo que hay que hacer”, exige que sus derechos sean respetados por los demás y puede ser positivo o negativo dependiendo del caso, aunque sabemos que, a un nivel profundo, para nuestro cerebro toda crítica es negativa, ya que no sabe diferenciar entre una crítica positiva y otra negativa (De este tema hablaremos más en profundidad en otro artículo dedicado a las caricias).

Por ejemplo, un médico en su consulta le ordena a un paciente: “¡Deje de fumar! Es malo para su salud”. En este mensaje, el doctor está reviviendo la forma de actuar, de pensar y de comportarse de sus padres cuando le daban una orden. Quizás el médico acompañe la frase con el ceño fruncido de preocupación, gesto que utilizaba su padre cuando era pequeño.

Quizás en otra oportunidad surja el Padre Critico Negativo, que es muy fácil de identificar porque actualmente está de moda en los programas de TV, cuando los comentaristas se insultan, se faltan el respeto…

Por otro lado, está el Padre Protector que, en su aspecto positivo, es aquel que nos cuida, nos brinda protección, nos aconseja, etc. Este estado también tiene su lado negativo cuando se convierte en posesivo, sobreprotegiendo e impidiendo que la persona pueda decidir o actuar sobre lo que ella quiere.

Por ejemplo, en la oficina tenemos un comportamiento de Padre Protector en su aspecto positivo, cuando ayudamos a un compañero a realizar mejor su trabajo con una sugerencia, y se transforma en negativo, si realizamos el trabajo por él, pues a nivel profundo, el mensaje que le estamos dando es “no sabes hacer tu trabajo”. Es decir, que el estado de Padre Protector es positivo cuando la otra persona puede crecer con su ayuda de forma libre, y es negativo, cuando ese crecimiento es condicionado.

Ahora que ya sabemos que la critica viene dada por estar en nuestro Estado Padre Crítico, te daré unos consejos para poder estar en él, el menor tiempo posible, sabiendo que la crítica y el juicio siempre nos acompañan y son necesarios en algunas ocasiones, para desahogarse y poder expresar la rabia y la impotencia, aunque esto no significa que se transforme en un hábito.

  • Renuncia a los beneficios secundarios.

 

Muchas veces detrás de la crítica se esconde un profundo dolor, a través del cual, de forma inconsciente, buscamos ser mejor que el otro o echarle la culpa a otro de eso que nos está ocurriendo en nuestra vida, y así tener un pretexto para no actuar y que sea la otra persona la que nos salve de esa situación, evitando así ser responsable del resultado. Debemos ser valientes y renunciar a estos beneficios, que en el fondo son perjudiciales, pues no nos permiten ser nosotros mismos, sino que nos generan dependencia de otros.

  • Vive en el presente.

 

Existe una hipótesis que se llama “de la constancia”, creada por Jack Dusay, que señala que cuando un Estado del yo aumenta en intensidad, otro estado del yo va a disminuir, puesto que no se puede estar en dos estados al mismo tiempo. Esto quiere decir que debemos de concentrarnos en aquello que queremos: si queremos estar más en el Estado Adulto, debemos pasar más tiempo en el momento presente, en el aquí y ahora. Es decir, cada vez que nos observemos en una actitud de queja, vamos a cambiarla por una de agradecimiento o de neutralidad hacia esa situación o persona.

  • Se agradecido.

 

Ya sabemos que en el universo existe una ley de reciprocidad o dicho de otra forma: “Se cosecha lo que se siembra”. Si estamos todo el tiempo quejándonos y pensando mal de las personas que nos rodean, nuestro enfoque está creciendo en eso y eso es lo que vemos en nuestra vida. No es que no nos ocurran cosas buenas, que si nos pasan, pero estamos tan obcecados quejándonos, que no nos fijamos en las cosas increíbles de la vida: hechos tan simples y maravillosos como ver una puesta de sol, como el olor a tierra mojada cuando comienza a llover o como sentir la lluvia cuando se desliza por nuestra piel.

Ahora de adultos tenemos el poder de decidir qué valores, creencias y normas nos guían y apoyan en nuestro día a día y cuales nos generan conflicto, de forma que podamos liberarnos de estas últimas. Claro que esto tiene un precio, y ese precio es la culpa; esa culpa que, desde pequeños, nos inculcó el clan si contradecíamos las normas.

Ahora que ya somos adultos, y siempre desde el respeto al otro como es y al pasado como fue, y agradeciendo a nuestros padres y a todas las personas que han pasado por nuestras vidas, sin juzgarlas porque seguramente hicieron lo mejor que pudieron en cada situación, podemos sentir como esa culpa cada vez es más pequeña y como cada vez podemos ser más libres disfrutando de la vida con alegría.

 

Y ahora cuéntame: en tu día a día, ¿te sientes libre?

¿Te ves reflejado en tu forma de pensar, de sentir o de actuar en la figura de tus padres o en personas influyentes de tu infancia? ¿Cuáles?

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